El Papalote Museo del Niño.

Un sueño de infancia, un adulto en crecimiento.

Hace unos meses, tuve la oportunidad de ir a Monterrey, fui por motivos de un evento de la universidad, estuve unos días ahí, y el último de ellos decidimos ir (un amigo y yo) a esperar la hora del vuelo en el Parque Fundidora.

Parque Fundidora

Llegamos al parque y me sorprendió lo grande que era, muchas bicicletas, el lago, estructuras y edificios muy interesantes (no sé si bonitos), al mirar un poco los letreros del parque, me percaté de que uno de ellos decía Papalote Museo del Niño. Mi niño interior sintió mucha emoción y le dije a mi compañero que me acompañara pues nunca había ido. Él accedió.

Dejamos nuestras mochilas en la recepción del museo, pagamos nuestra entrada y me maravillé del espacio, me imaginaba a mi niño pequeño disfrutando de esa primera experiencia, siempre había visto ese lugar como algo inaccesible para mí. Como niño de provincia tenía que soñar con acudir a lugares de este tipo, me quedé con las ganas de ir al programa de En familia con Chabelo, miraba Six Flags como algo lejanísimo y el papalote me causaba más de lo mismo.

Me paré en lo alto del espacio, y miré mientras lágrimas me brotaban todo aquello que mi niño había deseado mirar, tocar, oler y vivir desde muy pequeño, tomé pocas fotos, quería disfrutarlo para mí conmigo mismo. Imaginando que papá me llevaba de la mano exposición por exposición. Ese día tenía la rodilla destrozada, me costaba caminar y necesitaba tomármelo con calma. Leí todo lo que pude, jugaba en las exposiciones y miraba a los niños pequeños aprendiendo acerca de los dinosaurios, la música o cómo hacer las compras. Permití que el espacio me maravillara.

Pronto, unas amigas llegaron al mismo parque y se acercaron también al museo, yo ya lo había recorrido, pero no importó y volví a hacerlo, nuevamente me maravillé al hacer el nuevo recorrido con compañía, en este momento, algunas exposiciones que en su momento no estaban disponibles ya lo estaban y las pude disfrutar con ellas. Pudimos entrar a un laboratorio en donde aprendimos acerca de los diferentes tipos de basura de una nueva forma, ¡Quemándolos!.

En el laboratorio:

Cuando salimos de ahí, yo me sentía muy feliz, abrazando a mi niño interior, deseoso de seguir descubriendo, con ganas de vivir y aprender. Un adulto en crecimiento.

Niño feliz